martes, 28 de septiembre de 2010

Equipaje



Empecé a meter la ropa en la maleta. Metí un poco de todo, pero dejé hueco, porque tenía intención de comprarme ropa en todos los países a los que fueramos, que no iban a ser pocos.

No me lo podía creer. Tres meses de viajes por todo el mundo y en hoteles de lujo. Y lo mejor,

con Aaron. Estaba loca por él. Todo en él era perfecto, su sonrisa, sus ojos color marrón café, su pelo castaño, su piel morena, su olor... Y por supuesto, su inncreible tableta. Me derretía solo de pensar en él. A demás siempre me divertía con él y me comprendía. Lo malo es que es judío, y tiene unas cuantas prohibiciones, y a sus padres no les parecía bien. En realidad, la que se oponía era su madre, a su padre le daba igual.
Oí que se abría la puerta. Era Aaron. Fuí corriendo a abrazarle, pero su cara me dijo que no traía buenas noticias y me paré delante de él.
-Tenemos que hablar.
-¿Qué pasa?
-No voy a poder ir contigo al viaje.

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