domingo, 13 de febrero de 2011

Pequeño hotel

Mi hotel, bueno, en realidad nuestro hotel, estaba en una esquina de una calle cercana a las grandes vías. El hotel era de una sola estrella. Ya se que tenía un montón de dinero, pero lo elegí por el encanto. Me enteré de que en los hoteles malos de toda Italia había cucarachas. Y odio las cucarachas. De pequeña de desperté con una manada de cucarachas en la cara y desde entonces no las aguanto.

-Hemos llegado, este hotel es mi preferido de Nápoles. Lo malo es que hay algunos bichos.
-¿Qué tipo de bichos?
-Cucarachas
-Dios, la suerte huye de mí.
-¿Tienes miedo a las cucarachas?-lo dijo casi riéndose, lo que me enfadó bastante.
-A ti qué te importa. Vete a tu madriguera de cucarachas.
-Tampoco hace falta ponerse así. Yo solo preguntaba.-Se fue enfadado como un niño pequeño. La verdad es que fue bastante gracioso.

Entré en la habitación dando un portazo y tiré la maleta sobre la cama. Inspeccioné  toda la habitación en busca de los asquerosos bichitos con antenas. No encontré ninguno, pero sabía que aparecerían por la noche, para mi gigante y grandísima desgracia. Me metí ne  la cama e intenté olvidar ese pequeño detelle ta HORRIBLEMENTE asqueroso.

Bip bip! Era el movil. ¿A quién se le ocurría envier un SMS a las tres y cuarto de la mañana? A un gilipollas, pensé. Ere de Aaron. Decía:

Estaré en Paris. Te amo

Que romántico... De repente sentí un hormigueo por las piernas. Al principio pensé que era por la emoción del mensaje, pero el hormigueo continuaba. Me destapé y descubrí a una cucaracha gigante y a sus hijitos merodeando por mi colchón y para mi horror, mis piernas.

-¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaah!!!!!

Me levanté de la cama como una bala y tropecé con la maleta, que gracias a mi gran inteligencia había dejado abierta y con el cepillo asomando.

-¡Aaayyyy! ¡Maldito cepillo!-lo había pisado.
Salí de la habitación gritando. Al cabo de unos segundos se abrió la puerta de enfrente con un despeinado Dante (el azafato).

-¡¿Qué pasa?!
-¡Cucarachaaas! ¡Hay millones!

Por las escaleras apareció una mujer bastante mayor. La dueña del hotel.

-La habitación está llena de cucaracahas. No puedo dormir ahí. Tiene que darme otra habitación.
-No hay más.
-Pues que la limpien
-Servicio de limpieza de 12 a 3.
-Pero...
-De 12 a 3, duerma señorina.

La mujer se fue repitiendo eso.

-¿Y ahora donde duermo yo?
-Puedes dormir conmigo si quieres.

Me sobresalté. Ya no me acordaba de que estaba ahí.

-¿De verdad que no te importa?
-¡Claro que no! No todos los días puedo tener a una señorina tan guapa como tu en mi cuarto. Jajaja.

Me puse roja como un tomate, pero no me vio. Al menos eso creo.

-Vamos a dentro.

Su habitación no tenía sofá, pero sí una cama doble. Nos metimos en la cama, bastante alejados. Se quitó la camiseta y como había un poco de luz pude ver su morena tableta. Resiste, me dije, piensa en el mensaje.

Iba a ser una noche muuuy larga.